martes, 1 de julio de 2008

la democracia de los intolerantes



En Argentina -en realidad en cualquier democracia del mundo-, la gente vota plataformas presentadas por diferentes partidos políticos, encarnadas -como no podría ser de otra manera-, por personas. Sin embargo, más allá de que cada uno de nosotros tenga la sensación de votar por un candidato, es fundamental comprender que se esta votando por un partido político y su plataforma.

Quienes votamos a este gobierno, lo hicimos porque asumimos que el eje de su proyecto político estaba sustentado en una activa política de recaudación fiscal que facilite la acumulación de capitales desde los cuales impulsar una fuerte política de subsidios para contener los precios internos, progresivos aumentos de haberes para alentar el consumo y el desendeudamiento para recuperar autonomía en las decisiones.

Pretender que hoy los legisladores del oficialismo voten en el recinto políticas que contradigan este esquema de financiamiento del Estado, es pretender que voten en contra de lo que el pueblo les confirió como mandato en las pasadas elecciones nacionales.

Y es que los cuerpos legislativos están compuestos por bloques que expresan las voluntades manifestadas por los ciudadanos en elecciones libres. En ellos hay libertad individual para debatir las diferentes propuestas y perfeccionar aquellas que logran concensos, pero como cualquier cuerpo colegiado, la mayoria resuelve y la minoría debe acompañar las decisiones que toma el cuerpo, democráticamente.

Quienes sostienen que aplicar la decisión de las mayorias supone un comportamiento totalitario desconocen la norma básica de una democracia, que implica, sencillamente, que son las mayorías las encargadas de definir las políticas a seguir. Autoritarismo es, precisamente, pretender que las minorías impongan sus decisiones por sobre las mayorías democráticamente elegidas mediante el voto popular.

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